Alergias

 

 

 

 

 

 

 

Las alergias, por definición, son una enfermedad del sistema inmunológico que no tienen curación.
Se trata de una reacción desproporcionada del sistema inmunitario ante una sustancia inofensiva para la mayoría de la gente que se detecta como un invasor y reacciona de manera inapropiada, provocando síntomas como, picor en la nariz, irritación de ojos y garganta, vómitos, afecciones cutáneas, … dependiendo del órgano al que afecten.
Cuando el cuerpo detecta el agente nocivo, se dispara el sistema inmunológico. En este punto el sistema nervioso da la alarma y los anticuerpos actúan provocando el volcado al torrente sanguíneo de varias sustancias, entre las cuales destaca la histamina, como defensa contra el alérgeno. Estas sustancias son muy irritantes y son las que provocan los síntomas de la alergia.
Las alergias tienen 2 fases, una muda y una sonora.
En la fase muda es muy importante la situación y las circunstancias que está viviendo la persona en ese momento.
Los cinco sentidos captan toda la información de nuestro alrededor grabándola en nuestro cerebro y catalogándola como “nociva”.
En  la fase sonora, se disparará de nuevo el sistema nervioso actuando contra esa sustancia a la que por primera vez se catalogó de “tóxica”.
Vemos pues, que las alergias tienen un alto contenido emocional, cuando la persona está en una situación en la que ha habido una experiencia anterior que ha sido desagradable o traumática, el inconsciente reconoce las circunstancias porque se han grabado a través de la experiencia de lo que han captado nuestros sentidos, ya sea un olor, sabor, ruido, algo que hemos visto o tocado, etc… y nuestro sistema nervioso actuará rechazando ese elemento que la primera vez causó en nosotros un impacto vivido con estrés, como si de un elemento nocivo se tratara, dando lugar a la reacción bioquímica que provocará el volcado de los contra-alérgenos a nuestra sangre y produciendo los efectos que experimentamos en nuestro cuerpo como “alergia”.
Veamos ahora otro enfoque:
“La alergia es, ante todo, una defensa que protege al individuo, adaptando su organismo a la realidad cotidiana. A menudo está basada en un miedo, una inquietud, un recelo o un temor – todos inconscientes – que se relaciona con el alérgeno”. Dra. Grisel Crespo.
Así pues vemos que ante todo, la alergia es una protección. Todos somos potencialmente alérgicos y podemos desarrollar una alergia en cualquier momento ante una situación estresante que desencadene un fuerte impacto emocional que ponga en alerta los cinco sentidos. Estos lo graban todo para que, cuando se den las mismas circunstancias o parecidas, se encienda la alarma.
La mayor parte de las alergias, son de carácter estructural, esto significa que ya se estaban programando cuando estábamos creciendo en el vientre de nuestra madre. Si ella vivió una circunstancia de alto impacto emocional durante nuestro embarazo, la experiencia se graba en nuestro inconsciente y nosotros desarrollaremos la alergia cuando en nuestras circunstancias de vida, ya fuera del útero materno, nos encontremos con una situación que  nuestro inconsciente biológico reconozca como peligroso. Esto puede ser un alimento, un olor o perfume, un animal…
La menor parte de las alergias, sólo un 10%, son de tipo coyuntural y responden a experiencias propias de nuestra vida.
Así pues, vemos cómo es muy posible que desconozcamos el origen de las alergias y el por qué hay niños que ya nacen con ellas o con algún tipo de intolerancia a sustancias; la razón es que ya están “programadas” y ellos las desarrollan una vez han nacido.
Es importante saber también que, dado su origen emocional, hay muchos elementos que nos pueden producir alergia, que tienen un significado simbólico en el inconsciente, un significado que éste relaciona con el entorno, pero que escapa a nuestra comprensión, por ejemplo la alergia a la leche o lactosa tiene un significado simbólico de madre, y el pan o cereales de padre.
Cuando podemos acceder a esos recuerdos y ver cuál es el origen emocional del síntoma, en la mayoría de casos, la simple toma de conciencia de ver la situación desencadenante, es suficiente para que la alergia desaparezca.